viernes, 18 de abril de 2008

"Calle"

Así, entre comillas. También cancha, práctica, experiencia, astucia, viveza. Si bien no todas esas palabras describen exactamente lo mismo, podemos decir que quien tiene calle tiene mucho de estas características. Digamos, aunque no todos tienen calle, todos saben lo que es o al menos calificar a alguien de poseer esta cualidad.

Cual una disciplina, para adquirirla es condición necesaria pero no absolutamente suficiente tener experiencia. No se estudia pero se aprende, y está muy ligada a cómo nos vamos desenvolviendo en experiencias muchas veces impredecibles y de carácter aparentemente azaroso durante el transcurso de nuestras vidas. Está intrínsecamente ligada a la vinculación del sujeto con la sociedad y tiene un fuerte carácter individual que permite a aquél desenvolverse con astucia ante cada situación -nueva o similar repetida- que se le presenta. Podría decirse que es un aspecto especial de la sabiduría, por el hecho mismo de que está ligada a la experiencia. En otras palabras, es común escuchar que quien tiene calle, "sabe" o "la tiene clara".

Así como en otras cualidades, su uso es muy delicado. Parecería por las observaciones anteriores que una persona con calle es alguien admirado por la sociedad. Lamentablemente, en la mayoría de los casos esta persona "inspira" recelo y cautela en quienes se relacionan con ella, por ser habitualmente un sujeto que en numerosas situaciones saca ventaja de las situaciones en detrimento de los demás, por ser éstos menos experimentados que el primero.

Existe un pensamiento común -en mi opinión erróneo- de que en una sociedad donde abundan estos, digamos, peligrosos sujetos, la única forma de "sobrevivirlos" es ser como ellos. Dicho en palabras más vulgares, "si no sos ventajero -o HDP- como ellos, te pasan por arriba". A los que defienden esta extendida idea les respondo con una pregunta: ¿La mejor forma de prevenir el contagio de una enfermedad es contraerla antes, es decir, me enfermo para ser inmune a otros enfermos? En tal caso, la mayoría calificaría esto de un acto insensato, sabiendo de la existencia de vacunas.

¡Eso! Vacunas. Según la Real Academia Española:


vacuna:
Virus o principio orgánico que convenientemente preparado se inocula a una persona o a un animal para preservarlos de una enfermedad determinada.

O sea, que para preservarnos o inmunizarnos de caer en estas situaciones, debemos estar convenientemente preparados. O sea, que debemos encontrar la forma de ser astutos o sagaces sin padecer la enfermedad del pensamiento vengativo, ventajero, desconfiado, egoísta, etc., que no hacen otra cosa que convertirnos de víctimas en victimarios.

Esta asociación común que la sociedad hace de alguien que posee calle con alguien poseedor de las cualidades negativas anteriormente mencionadas, si bien justificada, no debería generalizarse. Se puede tener calle y ser bueno. No dejarse engañar o engatusar no es no ser bueno, sino ser inteligente o astuto. Ponerle trabas a nuestra bondad para tornarnos impenetrables ante los "peligros" de la sociedad es cargar todos los días con la incómoda armadura de la impersonalización de uno mismo.

Tener calle entonces, puede convertirse en una gran cualidad si sólo tomamos lo bueno que ello conlleva: experiencia, cautela, prudencia, astucia, desenvolvimiento... muy atentos a no contraer las implicancias a las que por nuestra naturaleza débil solemos sucumbir: desconfianza constante, dureza de corazón, miedo constante a la traición hasta de los más íntimos, sacar ventaja de la ignorancia de los demás, exceso de superficialidad, etc.

Finalmente concluyo insistiendo con una idea anterior: la forma más efectiva y real que uno tiene para hacerse respetar es respetándose primero a uno mismo. El verdadero respeto no se impone, se gana.

miércoles, 9 de abril de 2008

El uso de la inteligencia

Este abstracto tema es lo que en este tiempo me he puesto a analizar. Sobre todo en lo personal. Por ello, fiel de alguna manera al estilo agustiniano, he planteado un bagaje de cosas -cual un preámbulo- (como lo fueron los posts de "La inteligencia", "Sabiduría y prudencia" y "Nuestra sociedad") sobre las cuales me apoyo ahora para arribar a una conclusión personal sobre el uso de la ingeligencia.

Numerosos autores de la más variada índole de las ciencias sociales conciben al hombre (como ser humano) como un ser que se diferencia de los demás principalmente por una razón: es un ser racional. Es decir, que puede pensar, discernir, evaluar, razonar, tomar deciosiones, etc. Bajo esta premisa podríamos decir que las acciones de los animales, propias del denominado "instinto", no darían cabida al juicio de si está bien o mal aquello que hacen, en cuanto que en el hombre sí.

Más aún, aquel juicio, que puede ser en primera o en tercera persona, puede variar (de hecho lo raro sería que no lo haga) entre nosotros los hombres. Y del mismo no se nace, sino que se hace. Este juicio puede considerar nuestros actos o pensamientos como correctos o incorrectos, adecuados o inadecuados, pertinentes o impertinentes, prudentes o atropellados, expertos o inexpertos, ofensivos o inofensivos, piadosos o despiadados, innovadores o redundantes, con sentidos o carentes de él, astutos o estúpidos, simples o complicados, útiles o inservibles, infundados o con fundamentos, tristes o felices... con todas las matices entre estos pares de antónimos.

Supongamos que el buen uso de la ingeligencia implica hacer el bien. Y demos por sentado que en cualquier entorno social es imposible que algo sea igualmente interpretado por todos. Por ejemplo, Jesús, hombre pero perfecto, que hizo el bien desde el bien, con el bien y para el bien, no fue igualmente interpretado por todos, al punto que por no verlo así lo crucificaron. Por ello, para no desesperarnos, requerimos de algo que nos ampare, que nos diga que hemos usado bien -"wisely"- la inteligencia. Esto es conocido como la consciencia, que es primordialmente personal, pero que también existe de manera colectiva.

En lo que a mí respecta, hace algunos años me di cuenta, por los comentarios de la gente, que yo era una persona con bastante cultura general. Luego me puse a analizar el porqué, y entre las respuestas rescataría que casi todo en la vida me resulta apasionante, todo me despierta algún tipo de interés o curiosidad. También está el hecho de conocer la razón de ser de cada una de esas cosas, y ello siempre llevaba a que analizara -a veces minuciosamente- cada cosa o situación de interés. Otra cosa que rescataría acá es mi singular punto de vista ante situaciones complejas que sucedían a mi alrededor, dándoles un enfoque que, según varios (en especial amigos) tenía hasta "pinta" de ser la solución. Pero como muchas cosas, terminó (si es que no comenzó en realidad) siendo un arma de doble filo. Algo así como que mi éxito excesivo (o al menos lo que inconscientemente consideraba como tal) en mis consejos llevó a una desenfocada visión de mis fracasos. ¿Qué quiero decir? Que por acertar tempranamente en muchas de mis conclusiones terminé siendo prejuicioso, poniendo incluso este prejuicio una barrera para conocer la verdad de los hechos en numerosas situaciones.

No sé quien llegó primero, si el prejuicio o la imprudencia, pero cada uno potenciaba al otro y me mantenían en una prisión con ellos mismos como paredes y rejas. Así fue que mi inteligencia -que en sí siempre tiene la capacidad de ser buena- fue en gran medida mal usada.

Tardé varios años en recuperar la libertad, la que me fue otorgada por buena conducta en mis últimos años. Aquella soledad que ahí experimenté me hizo recapacitar, y a la vez desear encontrar la forma de ser libre sin escapar, o sea, librándome de lo que me llevó a esta prisión. Cuando salí el mundo que había dejado -como en una suerte de stand-by- había cambiado. Parecía que la vida (los que creemos sabemos que fue Dios) me quisiera dar una nueva oportunidad, y buena a la vez, ya que todo parecía ser nuevo. El no tener ni idea de cómo eran las nuevas personas ante mí me permitió deshacerme en gran medida y paulatinamente del prejuicio, viendo así que mi juicio sobre los demás era más libre y profundo que lo que había sido en otros tiempos.
Como todo aquello que uno practica, la experiencia le brinda a uno la habilidad para realizar con más facilidad los mismos desafíos o bien prepararse para desafíos mayores. El "no-prejuicio" se había vuelto más un hábito que una intención premeditada.

Pero me faltaba -y aún lo hace- la bendita prudencia. Tal vez sea la edad. Recuerdo en el tráiler de un juego, un joven teniente sacaba conclusiones tendenciosas de un compañero de mando del general, y éste le responde: "Because you are young and foolish, I will pardon that insult". Me pregunto "how many insults would I have made in my life so as to be considered young and foolish? Would I have been forgiven?". Y es mi karma (no, no es nada religioso, me refiero a mi cruz en realidad). Joven y tonto, imprudente, desubicado. En el otro extremo, astucia, prudencia, ubicación: terrenos vírgenes en donde, digamos, "perdí" años de mi vida desaprovechando estos aliados fundamentales de la inteligencia. Y sobre todo, a darle mal uso. Un uso apresurado, sin pensar -o pensando erróneamente-, priorizando el impulso a la meditación.

Claro, sonó muy duro... Pero fiel al estilo agustiniano, una vez más, luego de sumirme y encarnizar un problema, paso a esbozar una solución -desde lo humano-, y plantear la solución -desde lo divino-. Así pues, confieso que desde hace algunos años, y muy lentamente, he ido experimentando la prudencia, que para gente como yo, a parte de aceptarla, hay que aprenderla. ¿Aprender la prudencia? Bueno, si suena raro, en la niñez muchos vemos que nuestros padres nos dicen "esto no, esto sí", y en la mayoría de los casos es porque uno necesita esas limitaciones para no "irse de mambo". No, mis padres me enseñaron -bue, intentaron- sobre esto. Pero mi ser pasional me impidió asimilar tal enseñanza. Hoy, endurecido en la costumbre, me veo obligado, cual un niño, a "aprender" y "contagiarme" la prudencia de los que me rodean, que en la mayoría de los casos, es muy superior a la mía. En algunos casos esto se llama "sentido común" o "consciencia colectiva".

En cuanto a la solución de Dios, cual hijo pródigo, hoy vuelvo al Padre y él me ofrece esta casa de prudencia, aquélla donde mi inteligencia será bien usada. ¿Por qué? Vuelvo a un tema que más arriba quedó en pausa. Por la consciencia me la da Él. A la luz de su Espíritu es que yo puedo encontrar ese discernimiento verdaderamente inteligente, con paciencia, tiempo y meditación. Es el Espíritu el que me dice "se hace así", "todavía no", "pensalo mejor", "tené en cuenta que...", "no seas tan directo y duro con...", y hasta "¿es necesario?". Y .
si viene de Dios, está bien. Completamente bien. Porque nos abandonamos libremente en Él, a sabiendas y con fe de que desde su infinito amor y perfección, sumando al carisma de cada uno, podremos actuar de la mejor manera. Ése es el buen uso de la inteligencia, al que aspiro y aspiraré toda mi vida.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Nuestra sociedad

Según muchos sociólogos, como Anthony Giddens, el hombre es completamente un "resultado" de la sociedad, en otras palabras, que ningún comportamiento en él es, sino que todo se hace. Es más, afirma que, literalmente, el "sentido común" como la mayoría lo conocemos no existe, sino que en algún momento y de alguna forma lo adquirimos de la sociedad. Una sociedad totalmente institucionalizada (gobiernos, colegios, iglesias, empresas, familias, grupos de amigos, etc.) en la que todo lo que le sucede al hombre es en última instancia producto de la sociedad en la que se encuentra inmerso, aún cuando intervienen originalmente factores externos (como el clima o la geografía) o lo que se denomina "decisión personal". Y lo justifica bastante bien. Bajo mi punto de vista, es muy interesante y profunda su visión, pero un tanto "titeresca" de la sociedad. ¿Que no somos títeres de la sociedad? Vaya que sí lo somos, pero no al extremo que él expone. Es decir, pienso que, por ejemplo, genéticamente heredamos de nacimiento mucho de nuestros padres, y no hablo de las capacidades, sino de lo actitudinal. Ni qué hablar -para el que cree- del "terreno espiritual".

De todas formas respondemos a, de, en y por esta sociedad, aún si no estamos a favor de ella o parte de la misma. Como "institucionalizado" llamo a todo aquello que de cualquier manera esté establecido, con algún nivel apreciable de organización, en un grupo social que puede ir de pequeño a total, en el que coexisten ciertas reglas explícitas y/o implícitas que lo caracterizan, aún si uno o varios individuos del mismo no adhieren a algunas de ellas o no las respetan.

Por "sistema" cotidianamente denominamos y con un tinte de subjetividad al funcionamiento de la sociedad actual, en el cual somos parte, supuestamente funcionando para él -si adherimos- o siendo arrastrados por él -si no adherimos o no podemos hacerlo-. Como sea, no podemos desentendernos, actuando con absoluta independencia, o mucho menos negando su existencia. Por ejemplo, el ignorar que un acto sea un crimen no nos exonera de ir a prisión por cometerlo. Por lo que a grandes rasgos parece resultar más sencillo vivir adaptado a este sistema que no lográndolo o bien no queriendo aceptar ser como él nos "dicta", cosa que cotidianamente se conoce como "luchar contra la corriente".

Pero afortunadamente este sistema no es una sociedad de robots, en la que todos son y actúan de igual forma. Más bien podría decirse que el sistema es también la conjunción de las disimilitudes de las personas que en él encontramos. Aquí es donde encontramos en la persona un individuo propiamente dicho. Un individuo que, por el motivo que sea, puede, de pensamiento y/o acción, estar o no de acuerdo con otros sujetos del sistema o, en casos más extremos, con todo el sistema. En caso de no comulgar entre personas existen numerosas decisiones que pueden tomarse de forma individual o colectiva, que van de lo discreto a lo radical, desde lo más ínfimo hasta lo más grande, pasando por la feroz lucha hasta la misma inacción. Y en cuanto a los resultados, éstos varían desde un gran cambio buscado a ningún resultado aparente, logrando incluso el efecto contrario al buscado.

Por todo esto veo sumamente importante entender en gran medida a nuestra sociedad (la/s que le/s corresponda/n a cada uno), para ver qué quiere y necesita ella de nosotros, qué queremos y necesitamos nosotros de ella y sobre todo cómo actuar en respuesta a ambos requerimientos.

jueves, 21 de febrero de 2008

A journey

Cierta vez me preguntaron si me gustaba viajar, y respondí que no sabía si existía algo que me gustara más que eso. Una experiencia que independientemente del destino considero un lujo, ha fomentado y alimentado mi pasión por conocer y descubrir, en experiencias irrepetibles que hoy veo, me definen en gran medida cómo soy. ¿Será tal vez por eso que desde hace varios años no ceso de sentir una profunda necesidad por viajar? Espero que este sueño se concrete pronto... Encontré esto que me resultó interesante:


A JOURNEY (
Where will life take you?)
(Spot publicitario Louis Vuitton)

What is a journey?
A journey is not a trip.
It's not a vacation.
It's a process.
A discovery.
It's a process of self-discovery.
A journey brings us face to face with ourselves.
A journey shows us not only the world
but how we fit in it.
Does the person create the journey
or does the journey create the person?
The journey is life itself.
Where will life take you?



miércoles, 20 de febrero de 2008

Sabiduría y prudencia

"Sólo sé que no sé nada". Irónicamente, considero que había que tener una gran sabiduría para que alguien -en este caso, Sócrates- llegara a tal afirmación. Y como ésa, la vida está llena de ironías, tales como que cuanto más profundiza uno en algo, más profundo encuentra que es.

La sabiduría para mí tiene un carácter un tanto más positivo que la inteligencia. Y como lo dije para con ésta, también diré que aquélla necesita de "aliados" para ser mejor, y si se quiere, más perfecta. A tal punto vieron esto los ingleses, que con una sola palabra, "wise", designaron como sinónimos "sabio" y "prudente". ¿O tal vez esa palabra significaba ambas cosas? Puede que, considerando que no siempre fuera posible ser ambas cosas, designaron que "saber" (knowledge) y "prudencia" (prudence) tuvieran sus respectivas y bien diferenciadas acepciones. Aquí veo yo una puerta al conocimiento que en la lingüística han dejado entreabierta, lo que para mí es un planteo radical: se puede ser sabio, pero no prudente, y viceversa. Y como -aún- no soy muy prudente, pero busco ser sabio, la atravesaré. ¿Otra ironía, quizás?

Tal como le sucedió ("sucedió"... como si fuera víctima de ello) a San Agustín, grande ha sido mi afán por adquirir sabiduría por las cosas. Y no como un fin en sí, sino como un medio. Un medio que siempre me ha brindado placer. Continuando con las ironías, fue en un videojuego de mi adolescencia (el archifamoso "Mortal Kombat") en el que su eslogan rezaba "There is no knowledge that is not power" (No existe conocimiento que no sea poder), dicho que me quedó grabado a fuego. Ahora veo que, quisiera o no, al adquirir conocimientos -léase también, sabiduría-, adquiría poder. ¿Qué poder? Pensándolo un poco diría que muchos poderes. Mas el que escribió esto seguramente habrase referido a un poder o tipo de poder común a todo aquél que adquiriese algún tipo de conocimiento. ¿Cuál es aquel poder, pues?

Quise resistir, pero tuve que desistir, y esta vez accedí a recorrer diccionarios y enciclopedias (fuentes de conocimiento) y no hubo definición ni descripción que satisficiera de forma completa o concreta aquello que en mi interior me motiva a creer que ese dicho es cierto. Encontré nuevamente algo paradójico: no tengo aún la sabiduría para comprender ese poder, aunque tengo ese poder que -acepto- me brinda inevitablemente la sabiduría. Entonces, en mi irónico afán de abarcar lo infinito -placer con el que la matemática nos permite soñar- comprendí que era mejor interpretar este poder de manera subjetiva.

Entendido como cualquier forma de dominación, el poder no era más que un medio para alcanzarla o incluso una consecuencia de la misma. Este enfoque social y a veces psicológico no hablaba con exactitud del poder que sentía. Más amigable me resultaba el concepto de habilidad. Pero ¿habilidad de qué? De manera sencilla, podríamos entender mejor el mencionado dicho si aceptamos que todo conocimiento tiene algún grado de utilidad. Continuando con un poco de lingüística, vemos que "útil" significa "que sirve". Finalmente, concluyo entonces que veo a este poder como la "habilidad que tenemos de hacer algo que sirve".

Pero cuidado. Puede ser útil o servir para mí, para algunos o para todos. Puede servir para el bien o para el mal. Y librado al juicio, para hacer lo correcto y lo incorrecto. He aquí otra paradoja: si la sabiduría nos lleva a un poder que no es bien empleado, esta "sabiduría" ¿podría considerarse como tal? Ciertamente, Jesús muestra en el NT a "los sabios" como aquellos que por su sabiduría -irónicamente- no iban a comprender la Palabra de Dios. El término inglés cobra fuerza aquí: no todo el que tiene "knowledge" posee "wisdom". En la Biblia este último término es asociado como algo celestial, escribiéndose Sabiduría así, con mayúscula. Por mi amor a lo bueno (aunque muchas veces no sea "con" lo bueno y "en" lo bueno) busco esta Sabiduría, compañera de un poder que la justifica como tal si participa también la prudencia.

Está en la sabiduría de uno -y ¿por qué no? de los demás- saber distinguir con un cierto grado, digamos aceptable, de certeza, si lo que uno hace (o no) con ese poder puede considerarse correcto o no. Sin embargo, considero indiscutible lo que le decía el tío Ben a Peter Parker: "With great power comes great responsibility" (está bien... es de Stan Lee). El poder nos convierte obligadamente y de alguna forma en administradores del mismo.

Una vez más (como en el post de la inteligencia), la intencionalidad puede considerarse presente o ausente a la hora de materializar en acciones ese poder al que nos lleva el conocimiento, siendo el segundo caso muchas veces
-mas no sólo- consecuencia de la imprudencia.

No tenemos que confundir prudencia con mesura. Creo yo que la mesura es limitarse en el hacer, mientras que la prudencia se limita en el cómo hacer.

Como siempre irónicos, los Beatles invitaban a jugar a la prudencia en "Dear Prudence" -"...won't you come out to play?". Está bien, estaba dedicado a Prudence Farrow (la hermana de Mia), pero viniendo de ellos, dudo que no lo hayan hecho a propósito. De cualquier manera, siento una invitación similar, tal vez para descubrir y emplear afuera esa prudencia, para saber qué es lo que hago, sabiendo cómo hacerlo.

Este post fue sólo un paréntesis para hablar de qué hago con mi inteligencia. Confío en la infinita misericordia de Dios que me da una y otra vez la oportunidad de emplear bien ese poder.

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 33-34)

miércoles, 13 de febrero de 2008

La mentalidad argentina

Este tema difiere de los anteriores en que hace una mirada social, en particular sobre la forma de pensar que tenemos los argentinos, vinculado con la política de los gobiernos, aprovechando que estamos en un período de, como dicen los medios, "recambio de autoridades".

Si bien coincido con muchos en dar su apoyo a, por ejemplo, el gobernador de turno, creo yo que tenemos una visión muy "politizada" de nuestro país. A lo que voy es que parecería ser que depositamos toda o casi toda la responsabilidad del futuro de nuestro país, provincia o ciudad en las acciones o políticas que decidan quienes nos gobiernan. Si bien son eso, las políticas, lo que deciden el futuro de cada país del mundo, es la mentalidad la que en última instancia ha llevado efectivamente al mismo al éxito o al fracaso en la mayoría de los casos. Más aún, coincido en alto grado con aquel proverbio cada francés que afirmaba que "cada pueblo tiene el gobierno que se merece", o por lo menos respecto a nuestro pueblo. Personalmente, me irrita el sólo escuchar hablar a los K, y muchos dirán que no los votaron. Pero lo cierto es que esta gente "sale" de nuestra sociedad, que es la que, en mi opinión, está enferma. He aquí algunas razones con las que pretendo justificar este pensamiento:
  • Uno de los mayores problemas es nuestro egoísmo. Podremos dar cientos de ejemplos de solidaridad, pero la falta de mentalidad social, que rara vez encuentra o ni siquiera busca el consenso, es consecuencia de aquello. Además, no sentimos que un tema nos concierna a menos que estemos directamente afectados.
  • Somos bastante hipócritas, pues deseamos políticas que nos convienen pero evitamos aplicar las que deberíamos y nos perjudican.
  • Tenemos la costumbre de consolarnos o justificarnos con que tenemos cosas buenas -si bien es cierto- para no reconocer nuestros problemas como sociedad o país. Siempre hay algún ejemplo -dentro de la excepción- para intentar anular o negar alguna regla que es evidente.
  • Tenemos una mentalidad a corto plazo: cuando las cosas van bien, "disfrutemos, saquémosle el jugo mientras dure", cuando van mal insultamos y nos la "agarramos" con el otro (generalmente algún político de turno), sin ver qué es lo que podemos sacar de bueno de ello, esperando a que vengan mejores tiempos.
  • No somos previsores, basta con mirar en la calle cuántos usan el cinturón de seguridad o casco, o qué pocas empresas o municipios invierten (en serio, no por alcanzar certificaciones o estándares) en seguridad o RRHH.
  • Muchos de nosotros somos vagos o poco responsables con el trabajo. Si no estamos siendo supervisados, pocos ponemos esfuerzo en dar lo mejor de sí para el trabajo que nos toca.
  • Preferimos el comentario destructivo al constructivo, arrogándonos ser de pronto políticos, DTs de fútbol, empresarios, sacerdotes, etc., y que si estuviéramos en su lugar haríamos las cosas mejor.
  • Somos sumamente desconfiados, pero creo yo que también tiene que ver por cómo es uno, no sólo por cómo es el otro.
  • Todos hablamos de que hay que promover la educación, pero pocos nos confraternizamos con los docentes o la realidad de la educación y muchos padres se enojan con las escuelas cuando sus hijos no tienen las calificaciones o comportamiento que esperan que les digan que tienen.
  • Parecería muchas veces que estamos "contra el mundo" en vez de "con el mundo", viendo al otro como "el que me estorba" y en muchos casos, como un potencial enemigo.
  • Somos fáciles de engatusar, pues preferimos que nos digan lo que queremos escuchar a lo que tenemos que hacer. En gran medida es así porque muchos pensamos que todo debería ser "fácil, rápido y sin dolor", tal vez muy esclavos de la denominada "cultura del facilismo".
  • Por dinero, la mayoría somos capaces de casi cualquier cosa, eso incluye pisotear al otro o renunciar a lo que llamábamos "nuestros principios".
  • Decimos que odiamos a los estadounidenses, pero copiamos lo malo que ellos tienen y podemos imitar y soñamos con ir a vivir allá.
  • Creemos tener critero, y lo cierto es que la gran mayoría decimos lo mismo desde hace decenas de años y somos rehenes de los medios. Al punto que muchos ponen su palabra por encima de la de Dios.
  • Somos agresivos: ante un discenso no buscamos poner ideas en común, sino manifestar qué tonto o ignorante es o qué tan equivocado está el otro.
  • La mayoría confesamos odiar a los militares y al gobierno de la dictadura, pero decimos "a ésos habría que matarlos a todos".
  • Todos protestamos por muchas cosas de las que, por resignación, nos hacemos esclavos. Estamos tan acostumbrados a que nos caguen que caemos en el acostumbramiento y a ser condescendientes con un sistema así. Por ejemplo, el aumento de precios: en otros países el pueblo hace boicot a un determinado producto, obligando a todo el sistema a reducir los aumentos.
  • Y encima, somos cómodos, alegando "¿qué puedo hacer yo contra todo esto?".
Todo esto no niega la corrupción, la obsolescencia, la ineficiencia y todas aquellas características que abundan en cada gobierno argentino, en mayor o menor medida. Pero creo yo que, en un país rico -así me enseñaron que era- como el nuestro, no son sólo las políticas de estado, sino la mentalidad de la gente, son las que le pueden dar nuevos rumbos y salir de este estancamiento en el que estamos (hablo de los últimos 100 años o más, no nos engañemos). La responsabilidad como ciudadano no termina con el voto, sino que es parte integral de una política en la que debemos ser protagonistas y no meros espectadores.

Como reflexión final, dejo las estrofas del himno nacional argentino. En él, en un principio y en su versión original los ideales hablaban de una libertad como "romper las cadenas" de la opresión de los españoles. Hoy, creo que la libertad es más propia de una opresión por la cual nosotros mismos, por nuestra mentalidad, hemos sido encadenados. Por ello, como pueblo, pienso que deberíamos entonar con el corazón nuestro himno corto pero de un contenido impactante para empezar a hacer de ésta una Argentina verdaderamente libre:


HIMNO NACIONAL ARGENTINO

Oíd, mortales, el grito sagrado:

"¡libertad, libertad, libertad!"

Oíd el ruido de rotas cadenas,

ved en trono a la noble igualdad.


Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud
y los libres del mundo responden:
"Al gran pueblo argentino, ¡salud!
Al gran pueblo argentino, ¡salud!".

Y los libres del mundo responden:

"Al gran pueblo argentino, ¡salud!"
.

Sean eternos los laureles

que supimos conseguir,

que supimos conseguir.
Coronados de gloria vivamos...

¡o juremos con gloria morir!,

¡o juremos con gloria morir!,

¡o juremos con gloria morir!

La inteligencia

inteligencia
1. f. Facultad de conocer, analizar y comprender.
2. Habilidad, destreza y experiencia.

Como es un tema profundo por el que además siento pasión y ha sido objeto de interminables horas de introspección y estudio personal, quería en este caso hacer sólo una reducción del mismo. Y no con ello digo que éste sea el único caso que merezca este tipo de estudio, pues ¿de qué tema ya está todo dicho?. O ¿qué tema no es digno de someterse al propio punto de vista o de reevaluarse, aunque se llegare incluso a la misma conclusión que del mismo otros y hasta uno mismo han arribado antes?

Así pues, en este análisis, busco limitarme a plantear la utilidad, es decir, al buen uso de la inteligencia. Dejando para otro momento el análisis de si acaso existe algo intrínsecamente bueno, el contexto de la ingeligencia hace que su análisis extrínseco sea inevitable, y con ello imposibilitando considerarla como algo absolutamente bueno. Básicamente, por dos razones, en qué la empleamos y cómo:
  • La inteligencia, como el conocimiento, es poder. Y el mismo puede usarse tanto para el bien como para el mal. Como alternativa, consideremos también que puede no usarse.
  • La inteligencia respecto a las acciones o materializaciones de la misma (tanto receptivas como emisoras) puede verse limitada o potenciada por todo aquello (inherente a uno mismo o no) que la rodea. Por ejemplo, puede verse limitada por la soberbia y potenciada por la prudencia o el debate.
Un punto a destacar es que aquí no se plantea la intencionalidad como única causa que provoca su uso. Es decir, si definimos acto inteligente a aquél que implica el uso de la inteligencia y además es considerado como bueno, cabe la posibilidad -si acaso no es la regla- de cometer actos no inteligentes de manera accidental o en algún grado inconsciente. Esto, por mí considerado una falencia, llama a pensar en la necesidad de otros factores para el buen uso de la inteligencia, más aún, para que -como define el diccionario- la misma sea considerada como tal.

En resumen, este post sólo busca hacer un planteo sobre la necesidad de revisión que reviste este complejo tema. Más adelante haré un ensayo consecuente, con la finalidad de arribar a posibles conclusiones (personales y tal vez generales) que muestren un enfoque libre del uso de la inteligencia.

lunes, 14 de enero de 2008

Mujeres (parte 2)

En el post anterior hablé del valor de las mujeres en mi vida, haciendo hincapié en aquéllas con las que tengo algún vínculo familiar. Esta relación se mantenía bien fuerte durante la infancia y parte de la adolescencia. Acá voy a hablar en general del resto de las mujeres.

En primer lugar podría mencionar a las que llamamos -sinceramente- amigas. Aquéllas que no todos los varones tenemos, pero los que sí podemos decir que, aunque no es lo mismo que un amigo varón ni que una novia, con la amiga mantenemos una relación especial, caracterizada generalmente por tener algún tipo de ubicación, ser más profundo en las conversaciones... de hecho tener conversaciones es algo que hasta las distingue de los amigos varones. La amiga te va a dar ese punto de vista al que nos vemos limitados tener porque parecería ser que por nuestro sexo muchas veces nos vemos impedidos. Salvando los casos en que uno o los dos sienten atracción, las amigas forman un complemento interesantísimo para la vida de un hombre. Por ello, desligados de los casos de la subjetividad que provoca esa atracción, la amiga comparte con el amigo un espacio que no se ve tanto entre personas del mismo sexo. Irónicamente, he visto que existe más comprensión incluso. Tal vez sea porque ellas nos brindan lo sentimental y nosotros a ellas lo racional. Sí, escuché mucho por parte de ellas de que "confío más en mis amigos que en mis amigas", pero ése es otro tema... La digna amiga, entonces, nos brinda esa posibilidad de crecer y aprender el trato para con la mujer.

En varias ocasiones, incluso en nuestra infancia, los varones solemos comenzar a sentir algún tipo de atracción por alguna que otra chica. Empezamos a experimentar sensaciones que revolucionan nuestro ser -y nuestras hormonas-, y de una forma u otra, nos "descolocan". En todo sentido. Tenemos la costumbre, en el caso de que la atracción sea importante, de hacer al respecto todo tipo de estupideces. Con los años van cambiando (no puedo decir que van "evolucionando"...), pero generalmente son cosas como: hacer payasadas o el ridículo cuando la vemos, escondernos, tartamudear cuando la tenemos en frente, hacernos los que ella no nos interesa ni para charlar (u otros casos de "histeriqueo"), nos hacemos el gran amigo, les damos "celos" (como si ella tuviera el mismo interés en nosotros que el que nosotros tenemos por ella...), etc. Cierto es que, a parte de esto, cuando gustamos de una chica descubrimos una parte de nosotros que sólo las mujeres parecen poder encender. Y nos gusta. Ya de pequeños, con sólo ver a esa niña que nos gustaba sentíamos un temblor en el suelo, y encontrábamos en pensar en ella un apasionante pasatiempo.

Pero claro, eso no basta. La atracción no es un fin, sino un medio. De alguna manera, el prolongado sentir de la misma busca una retribución por parte de aquélla que nos causa el sentimiento. Hay veces que lograr esto último supone toda una campaña, que requiere de investigación ("¿gustará de mí?", "
¿Tenés idea si ella siente algo por mí?"), logística ("¿cómo hago para levantármela?", "¿cuáles serán el mejor momento y lugar?"), ambientación ("¿adónde puedo llevarla para...?"), moda ("¿qué me pongo?"), inversión económica ("Voy a tener que gatillar un champú para..."), higiene ("Tendré que bañarme") y otros detalles, como no mostrarse como uno más entre los borrachos de los amigos, mirarnos horas al espejo [dato: está demostrado que nos miramos más tiempo -si bien menos veces- nosotros que ellas], practicar frases matadoras (qué triste confesar esto...), limpiar el auto como si lo fuéramos a vender, ordenar y limpiar la casa/depto de igual manera, manguearle el perfume caro que tiene nuestro viejo, etc. Sea o no un circo que pretende ocultar lo malo de uno para tener éxito con quien somos pretendientes, es innegable que la mujer aflora muchas cosas buenas de uno cuando nos atrae. Está bien, la onda de tanto montaje es conquistarlas. Muchos de los que hacemos eso creemos que lo vale.

La tercera parte es casi siempre semilla de lo mejor: ¡nos da bola! Y si esto se transforma en noviazgo o el nombre que le queramos poner, puede desencadenarse algo terrible (si ya no se desencadenó antes de ese noviazgo): enamorarnos. Terrible, porque para deleite de las mujeres y un poco a nuestro pesar, "mostramos la hilacha". Y me refiero al caso de enamorarse en pareja porque es aquí que, al ser correspondidos, nos permitimos ser "bobos de amor". Ni hablar de esto si ella siente lo mismo, pues verlos a los dos tan idiotizados causa en la sociedad hasta celos o empalago. He aquí que el hombre, cuando se enamora, se redescubre, provocándose en él una inusitada explosión interior, en la que cientos de sentimientos y pensamientos fluyen sin cesar. "La personalidad está íntimamente ligada a la sexualidad", decía mi psicoanalista. Cuánto de cierto hay en esto... ¿Qué quiere decir? Que, relacionado con lo que venía diciendo, cuando el hombre se enamora de una mujer descubre muchas facetas de sí que estaban, digamos, dormidas.

¿Que en la mujer sucede lo mismo? Es cierto, pero la diferencia es que el hombre no está tan acostumbrado a convivir con el sentimiento como lo hace una mujer, y el estar enamorado nos abre esa vía muchas veces cerrada, aflorando terrenos vírgenes de nosotros. A tal punto esto es cierto, que vemos que algunos hombres cambian hasta de manera radical por el amor a una mujer, en términos nacionales, "se pone las pilas". ¿Por qué? Bueno, los motivos son varios. Puede ser porque por y a ella le permitimos moldearnos, o bien debido a que ella nos exige "ganárnosla", dejando malos hábitos de lado o, como dicen, simplemente por puro amor. No sé... Como veo yo las cosas, encuentro en los de nuestro sexo un ser un tanto torpe, descuidado y despreocupado. La mujer, tal vez más madura en esto, contrasta con nosotros, pidiendo -directa o indirectamente- un cambio de actitud. En resumen, el amor nos transforma, nos define y nos potencia. Poca cosa, ¿eh?

Si este amor o el último de tantos que hayamos tenido nos parece el mejor (o "el verdadero"), a muchos nos llama el conservarlo para toda la vida. Como una necesidad, encontramos ahí y en ella nuestro complemento. De mutuo acuerdo, surge la necesidad de convivir bajo el mismo techo con esa persona, compartir proyectos, casarse y lo más hermoso: tener hijos. Este último tema merece uno, o tal vez varios, capítulos aparte. Sólo decir que las mujeres podrán apreciar aquí la parte más tierna del hombre, contemplando y deleitándonos con esa pancita "inflada", llena de vida, llena de amor.

Antes de terminar, quería hacer referencia a la mujer más perfecta, excelente y hermosa que existe: la Virgen María. Debo confesar que la amo como mujer y como madre, inundándome de ternura cuando la recuerdo, al igual que cuando no, pues ella está siempre con nosotros. Por lo que es, me parece injusto dedicarle sólo un párrafo y no un capítulo. Como otros temas, tal vez en otro momento lo haga. De igual manera, hablando de mujeres, ella no podía faltar, al menos en un párrafo. Es tan difícil describir esto... ¡Y es que siento una paz y alegría tan enormes cuando pienso en ella! Como madre, me cuida y hace sentir un niño, sediento y necesitado de sus cuidados. Y como mujer, despierta en mí profundos respeto y estima hacia su delicadeza, silencio, meditación, responsabilidad, fortaleza, sensibilidad, llanto, bondad, alegría, amor puro, prudencia, paciencia, esperanza... y sobre todo, por su fe. Si el ser mujer en pura esencia tuviera una definición, la más exacta sería ser como ella. ¿Cómo no admirarla entonces? ¿Cómo no amarla? Y sonará meloso y hasta falso decir esto, pero en el fondo lo que verdaderamente desea -y necesita- lo más puro y verdadero del ser de un hombre, es que la mujer a la que ama tenga las cualidades de la Virgen. Tal vez muchos cuestionen esto, sí. Yo también solía hacerlo. Hasta que la conocí y amé.

Claro, en todo lo que mencioné hay infinidad de casos distintos y hasta calificables como "negativos" y "erróneos", pero aquí el fin es ver los que me han hecho poner a la mujer en el pedestal más alto, como la más bella y una de las más maravillosas obras que hizo nuestro Señor. Aclaro que por el mundo que supone ser la mujer, con este texto no pretendo abarcar todo lo que es, sino valorarlo y si se quiere, reivindicarlo. Tal vez por ello quede latente la expectativa de escribir una tercera parte. Por lo que son y por lo que provocan en nosotros, ¡benditas sean todas las mujeres!.

domingo, 13 de enero de 2008

Mujeres (parte 1)

Si hay algo por lo que le agradezco a Dios es por brindarnos un regalo tan bello como lo es la mujer. Y hablo de TODAS las mujeres, no sólo de la mujer como novia o esposa, sino también como enamorada, amiga, conocida, madre, prima, abuela, tía y, aunque biológicamente no tengo, como hermana. Y de la mujer, en especial por lo que ha provocado en mí a lo largo de toda mi vida, es de lo que hoy quería compartir.

Sin desear serlo -pues si lo fuera, ¿cómo podría disfrutarla tanto? :)- mi admiración por la mujer es tal que casi es un culto. Tal vez la rudeza, el simplismo y la tendencia más a pensar que a sentir que caracteriza la masculinidad de uno hacen de la mujer un complemento necesario para el día a día del hombre, y sea cual sea la relación de éste para aquélla, hacen del mismo un hombre más hombre.

Sin hacernos esperar, Dios nos pone a muchos desde nuestra infancia una madre cuya ternura nos fortalece. Sólo ella entiende -y mejor que nadie- qué le pasa a su pequeño hijo o hija, con sólo mirarlo o incluso pensarlo. Sólo ella entiende esa conexión mística entre ella y su hijito que físicamente se refleja cuando lo amamanta o mima. Esta relación cambia -con muchos vaivenes- en el tiempo, pero en la mayoría de los casos esta madre es la mayor responsable de que el amor se convierta en algo en lo que creemos, algo tangible, realizable, practicable. En el caso de los varones se da durante la infancia un fenómeno denominado "complejo de Edipo", en que caemos perdidamente enamorados de nuestra madre, sintiendo en ocasiones una extraña sensación de celos al verla cariñosa con nuestro padre. Esto habitualmente se atenúa para luego pasar a tener admiración por nuestro padre. Muy resumidamente, es aquí donde nace nuestra masculinidad que nos introduce a la denominada adolescencia. ¡Gracias a mammmá!

Cuando las mencioné, parecía ser como que tenían un valor secundario. Me refiero a esas mujeres parientes mías: abuelas, tías, primas, hermanas... Lejos de ocupar un lugar relegado en mi vida, ellas han sido fuertes partícipes en mi crecimiento. Usaré este párrafo y un tácito permiso a ellas para hacer del comentario de sus cualidades una referencia extensiva a toda mujer. Animadas por el amor que provoca el vínculo familiar, estas mujeres han sabido usar la cuota justa de ternura para ir sembrando sensibilidad a mi vida. Con sus sensibles reacciones, aprendí que ellas eran frágiles y que sin decirlo te pedían que las cuidaras. También recuerdo el dolor y vergüenza de vernos torpes al tratarlas, cuando nos hacían ver que ellas eran damas que necesitaban también de nuestro tacto. Ellas fueron las que me enseñaron que a una mujer hay que darle siempre un trato especial, y que éste debe ser cuidado. En mi caso, en mis primas vi que las mujeres tenían secretos, cosas que los hombres no entendíamos. Ya de chicas nos mostraban cuan virgen era para nosotros el terreno de la madurez. Las tías nos mostraban que a pesar de que madre hay una sola, todas llevan consigo ese instinto maternal, que era perfectamente aplicable a sus sobrinos. Y las abuelas... ah... ellas que tuvieron a nuestro padre y nuestra madre, ellas nos enseñaron que no existe barrera generacional para ser madre de nuevo con el nieto. Nunca pude hallar palabras para describirlo, pero era y es hermoso ver esa relación de cuidado mutuo que se genera entre la abuela y el nieto varón ya crecidito. Son "sus hombres", que la protegen, pero ¡ay de aquél que les haga algo o hable mal de ellos!

Hasta aquí hablé de las mujeres con las que más se vincula uno durante su niñez y gran parte de su adolescencia. Más tarde viene el plato fuerte, que es aquél que refiere a la relación que se genera con las mujeres fuera del ámbito familiar.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Déjame nacer de nuevo

Siendo que se avecina la conmemoración de la Natividad de Jesús, quería publicar la letra de una canción hermosa. Creo que es muy propicia para la fecha, pues en ella le pedimos al Señor que tengamos en nosotros mismos esa Navidad, reconociendo que por nuestros errores precisamos de Dios para que podamos nacer de nuevo.


DÉJAME NACER DE NUEVO

Tú conoces la dureza en mi sentir
y la terquedad que hay en mi corazón.
Son las cosas que me alejaron de ti, Señor,
Hazme renacer en tu amor.

Déjame nacer de nuevo,
Déjame nacer de nuevo,
Déjame nacer de nuevo, oh, Señor.
No importa la edad que tengas,
Tú no lo tienes en cuenta,
Déjame nacer de nuevo, oh, Señor.

Tú conoces el pecado que hay en mí,
Y el dolor que este dejó en mi corazón,
Por la muerte que he causado vuelvo A ti, Señor,
Dame vida nueva con tu amor.


Feliz Navidad, Señor!

sábado, 22 de diciembre de 2007

Go easy on me

Sonará que me hago el cheto, pero no sé la traducción literal de esa expresión en español. Bueno, esa frase le digo a mi mente, y parece que finalmente me hizo caso. Todo parece tan simple ahora... Pues si bien las preguntas son las mismas, todo parece fácil ahora.

Tal vez fue por un acto externo, tal vez mi cabeza simplemente no me pudo derrotar y tiró la toalla. Ciertamente no me importa. Lo cierto es que mi mente se vio desligada en gran medida de las cargas "autoimpuestas" que vulneraban fuertemente mi libertad.

Y hoy veo con simpleza todo aquello que con complejidad no podía ver. Ciertamente nuestra inteligencia puede hacer las veces de un limitante en la fe. Por eso, cuando dejamos de usar nuestra cabeza de esa manera, y nos abandonamos (en el buen sentido, no en el de dejarse estar), el poder sanador de Dios entra en nuestro cuerpo, mente, alma y corazón y se lleva aquellas cargas que por no ser nuestras, por no ser reales, por ser exageradas, no podíamos cargar y nos apabullaban.

Así que hoy, después de unas tormentosas semanas, mi cabecita aflojó conmigo (es la única traducción de "go easy on me" que se me ocurre) y dejó que mi ser fluyera. Sí, ahora el que anda a ritmo acelerado es mi corazón, pero eso es harina de otro costal. La tranquilidad ha ganado terreno. Y eso se nota.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Culpa

Realmente siento desprecio por este sentimiento. Tanto que creí que el arrepentimiento lo había desplazado en su totalidad. Pero hoy mi cabeza ha retomado en parte el poder sobre mí, y vuelve a azotarme, torturarme. A arrebatarme la paz. A quitarme a mi Dios de mi alma.

Culpa... Recuerdo que alguna vez escribí unas líneas sobre ella... Acá está:

"La culpa (por parte del que la siente) es un arrepentimiento mediocre, por así llamarlo, porque siente dolor pero no se perdona, ni busca solución. Por otro lado, echar la culpa a otro es un sentimiento cómodo, que sólo busca depositar la raíz del problema sobre quien es acusado de ser el responsable".

Bueno, ahora que lo releo, realmente mis propias palabras (probablemente no eran mías, sino de "Alguien más"), me sirven de mucho.

Así que no me estoy perdonando, y por ello no estoy buscando una solución efectiva... Qué duro escuchar eso. Vanamente quiero justificarme, por orgulloso nomás, pero no puedo. ¡"Tengo" razón! (O el "yo" del pasado... ¡qué lío!).

El tema del perdón es todo un tema. Pero en mi caso, se limita a ser comprensivo para con el otro, y para con éste, eso basta. Creo que siempre perdono a los demás. Siempre encuentro algo de aquél que me convence de que no necesito de mi rencor para esa persona, y que ésta necesita del alivio de mi perdón. Y me baso en lo bueno que tiene esa persona muchas veces, y todos, todos tienen algo de bueno...

El asunto es conmigo. Ahora veo un poco perjudicial en mí tener tanto nivel de conciencia de mis cosas, porque realmente veo la profundidad de lo que hago, entonces veo casi con exactitud qué es lo que hice, dificultándome el ser comprensivo conmigo mismo. No cuento con el beneficio de la duda, al que acudo (para el lado positivo) con los demás para perdonar. Ahí donde yo hago agua, es donde la gente empieza a jugar un papel crucial.

¿Y qué me enseña la gente? A creer en mí, más que nada. Todos me dicen que soy bueno. Está bien, lo acepto. ¡Pero con los demás! A veces conmigo soy una especie de ser despreciable, como en estos momentos. ¡Y qué poder tiene la gente! Ni siquiera necesito explicarles ni mostrarles mi pena. Su sola presencia me basta. Ver el bien que me hacen, lo simples que son al lado de lo que soy yo, me hacen desear ser así conmigo mismo. Si bien no es exactamente (¿aún?) el amor que me pide Dios para con todos, debo afirmar que ¡amo a la gente! Sin ella, yo no sería nada. Y encuentro en ese amor una necesidad mutua.

Bueno, culpa. Me has vaciado, me has quitado la tranquilidad, y me has forzado a depender de la ausencia de lo que te causa para que no cuente con tu presencia. Esclavo soy, mas no consentidamente, de tu opresión. Así pues, "I go easy on me" y veo todo mejor. Veo que, obviamente, yo también soy humano, y es lógico que me equivoque. Sí, las heridas tardarán en sanar. Tal vez por considerarme fuerte, me alegro al saber que siempre las heridas que causé les cicatrizarán antes a los demás que a mí. Eso me consuela enormemente. Y hace perdonarme.

Me despido de vos, culpa, esperando que no vuelvas por aquí.

martes, 18 de diciembre de 2007

Dolor

Dolor. Tal vez el sentimiento menos querido por todos. ¿Por qué? Bueno, tal vez deberíamos sopesarlo con otros sentimientos fuertes, para dimensionar el tamaño de aquél (Espero que mis limitados conocimientos en el área no impidan el fluir de lo veraz en lo que quiero expresar):
- Por ejemplo el odio, el peor de todos. El odio nos llena de todo lo que nos vacía. Pero de alguna manera, como es algo que nos mueve (mal, pero nos mueve), nos mantiene estúpidamente entretenidos.
- Vamos con otro fuerte, la impotencia. En realidad este sentimiento es una mezcla de los dos anteriores. Pero de alguna manera el uno impide que el otro se genere en "estado puro".
- He aquí también uno de los sentimientos con más bajeza que existe: la envidia. Éste tampoco es puro en sí, pues es mezcla de deseo y odio. Pero provoca quererlo por el deseo y no quererlo por el odio.
- El nerviosismo. Este sentimiento hace difícil su descripción, pues es probablemente generado por una abrumadora cantidad de otros. Lo que sí podemos vislumbrar, es que seguramente hay sentimientos encontrados aquí, lo que implica que hay sentimientos que sí deseamos tener.
- El aburrimiento. Si bien éste parece ser inocente, tener una vida aburrida conlleva a un incómodo estado de estancamiento. Afortunadamente, es un sentimiento fácilmente contrarrestable, si se tiene en cuenta que una simple actividad o actitud diferente ante la misma actividad nos saca de ese estado.
- La impaciencia. ¿Quién se salva de ésta? Siempre me pregunté quién fue el insensato que bautizó "paciente" a la persona que está en la sala de espera de los consultorios. El tema es que, irónicamente, el acto que se anhela concretar destruye este sentimiento, situación que está totalmente ligada al tiempo. Y claro, se puede apaciguar, pero no eliminar si tenemos en mente constantemente aquello que anhelamos.

Y así la lista puede seguir. Pero quería dejar en claro que el dolor "compite" con otros pesos pesados a la hora de comparar a cuál realmente queremos menos.

Prescindiendo de diccionarios, podría expresar que el dolor es causado (como otros sentimientos), por un anhelo insatisfecho de la persona, o bien por una situación que temporalmente la desborda. Generalmente provoca en la misma una sensación de vacío, en el primer caso, u opresión en el segundo. En cualquiera de los casos, provoca en el alma una especie de estado de abandono. La perpetuación temporal del sentimiento va quitando progresivamente la energía espiritual de la persona, sumiéndola muchas veces en un círculo vicioso, pues se pierden fuerzas para contrarrestar este sentimiento de dolor.

Además, no existe razón alguna aparente que, a buen juicio de una persona, implique tener un mínimo deseo de poseer este sentimiento en su pura esencia. Es posible que, sin embargo, como mencioné en un post anterior, podamos sacar mucho de ese momento en el que nuestros sentimientos están "a carne viva". Tal vez una de las pocas razones en la que podemos justificar su existencia, si escapamos del ámbito espiritual, en el que podemos afirmar que el dolor hace que verdaderamente nos sintamos seres humanos. Más aún, si el dolor es por otros, en cierto sentido la situación podría decirse que "mejora", pues estamos combinándolo con el más perfecto y hermoso de los sentimientos: el amor.

Volviendo al tema de las energías, es claro que debemos buscar en ellas la salida al problema. Algunos podrán decir: "bueno, te faltó aclarar que otra alternativa es que se solucione el problema". Es verdad, tienen razón, pero... ¿Y mientras? ¿Y si la solución que buscamos nunca llega? ¿Qué hacemos? ¿Nos abandonamos en ese dolor? No parece ser una actitud muy optimista, ni libre, pues estaremos íntimamente atados a la solución planteada del problema para desligarnos de ese dolor.

Entonces tenemos que recurrir, con las pocas (pero no nulas) fuerzas que tenemos en ese momento, para, como cotidianamente se dice, buscarle "la vuelta" al asunto. Claro que para ello debemos desligarnos de un sentimiento: la resignación. Y aquí nos embarcamos hacia nuevos puntos de vista, lo desconocido, pero esperanzador a la vez. Como cristiano debo decir que en esta búsqueda, Dios siempre nos da respuestas. Y a veces entendemos que la solución al problema no era la planteada, sino aquélla que nos dio Dios tras haber emprendido la búsqueda.

Y eso nos libera.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Impossible is nothing

Imposible es una palabra que usan los hombres débiles para vivir fácilmente en el mundo que se les dio sin atreverse a explorar el poder que tienen para cambiarlo.
Imposible no es un hecho, es una opinión.
Imposible no es una declaración, es un reto.
Imposible es potencia.
Imposible es temporal.

Deep inside

"Even now I can feel it, there's someone deep inside, watching me... waiting. But you know what scares me the most? When I can't fight it anymore, and the time's over, when I totally loose control... I like it"

- The Hulk

viernes, 14 de diciembre de 2007

Que valga la pena

"Pena", le digo yo a aquello que te hace estar mal, o que te duele, y a veces también para algo que te cuesta. Por "Valer", aquí entiendo yo que es "darle valor" a algo. Entonces, como dije que me cuesta, mejor que lo valga.

Hoy siento angustia. Aún no sé por qué. Es raro, pero a veces me agarra. Viene, penetra mis entrañas y me provoca un dolor (físico) en el pecho. Tal vez dura algunos días, pero no mucho más.

El tema es que, en mi caso, mis momentos de angustia son de los pocos en los que yo puedo realmente estar en contacto con mis sentimientos. ¿Por qué? Bueno, creo yo que porque éstos son tan fuertes que se apoderan de mí. Y no hay indiferencia ni fortaleza que valga, si se trata de disimularlos. Ellos ahí están, mostrándose a flor de piel. Para mí el conocerme es algo muy importante, por lo que en estos momentos esporádicos de angustia me veo en la necesidad de aprovecharlos.

"Que valga la pena", decía hoy. Pena siente mi alma, valor debo darle a esa pena. Y lo toma cuando la aprovecho, o más cotidianamente hablando, "le saco el jugo". Pero para ello debo conocer la pena y si es posible, ver qué la causa. Y de ahí en más, obrar en consecuencia.

Hoy mi pena es dolor, por algo que tengo yo y no acepto que viva en mí. Es ese poder que tengo, que lejos de hacerme crecer, me oprime, provocando heridas en mí y muchas veces en los demás. Poder que es mío pero del que no soy dueño, sino que él lo es de mí, algo que sólo acepto de todo corazón a mi único dueño, Dios. Y ese poder, lejos de darme libertad, me la quita.

Sin ánimos de extenderme más, voy a intentar hacer de este mal un bien por venir. Ese mal, hoy sé, es un bien mal usado, por ello no tiene sentido librarme de él. Sería como arrojar el cofre con el oro al mar porque provoca avaricia en lugar de hacer solidaridad con él. Y es esto lo que saco de este dolor, que la próxima vez volveré a usar este bien, sin miedo, pero junto a mi mejor y nueva aliada: la prudencia.

Qué bueno, valió la pena.


jueves, 13 de diciembre de 2007

Everybody is free

Suena a utópico. ¿Todos? ¿Lo somos? Esa es la clave. Somos libres. Pero... ¿usamos bien esa libertad? Mejor no respondamos... Ha caído tan en desuso que renunciamos a ser aquello en lo que fuimos concebidos. ¿Cuándo perdimos esa libertad? O mejor dicho, ¿cuándo decidimos hacerlo? Pregúntenle a un niño pequeño. Él sabrá explicarnos casi a la perfección qué es ser libre. O mejor, tal vez ignore qué es no serlo.

Pero el niño crece y aprende (¿aprende?) a discenir. Bueno, al menos debería. Nuestra libertad está ligada a cuan complacientes seamos con la esclavitud que nos imponen, o la que nos autoimponemos.

Esto es sólo el principio. Tal vez ya no necesite escribir sobre libertad cuando yo sea libre.

Rozalla nos cuenta que podemos ser libres ayudándonos entre todos:


EVERYBODY IS FREE
By: Rozalla

Everybody's free to feel good
Everybody's free to feel good
Everybody's free
Brother and sister
Together we'll make it through
Some day a spirit will
Lift you and take you there
I know you've been hurting
But I've been there
Waiting to be there for you
And I'll be there just helping you out
Whenever I can
Everybody's free to feel good
Everybody's free to feel good
We are all a family
That should stand together as one
Helping each other
Instead of just wasting time
Now is the moment to
Reach out to someone
It's all up to you
When everyone's sharing their hope
Then love will win through
Everybody's free to feel good
...


Be free.

Fix you


How many times after singing "Trouble" we carry on singing "Fix you"? I don't know. I do. I always do. But... Can I? Should I? Am I supposed to? Or... Anyway. For all of u, again, please, don't complain. It's my nature. I will always try to fix u.


FIX YOU
By: Coldplay

When you try your best, but you don't succeed
When you get what you want, but not what you need
When you feel so tired, but you can't sleep
Stuck in reverse

And the tears come streaming down your face
When you lose something you can't replace
When you love someone, but it goes to waste
Could it be worse?

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you

And high up above or down below
When you're too in love to let it go
But if you never try you'll never know
Just what you're worth

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you

Tears stream down your face
When you lose something you cannot replace
Tears stream down your face
And I...

Tears stream down on your face
I promise you I will learn from my mistakes
Tears stream down your face
And I...

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you


Even if I haven't caused u any trouble.

La Fe

"La Fe no es Fe sin el tiempo. La Fe es creer que se puede, y luchar con nuestras débiles fuerzas para dejar que Dios haga el resto".

Fue un momento de inspiración. Ya se me pasó. Pero lo dejo inmortalizado acá, para recordármelo siempre!

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Trouble

Empiezo a publicar una entrada pidiendo perdón. Hoy estuve cantando este tema todo el día. Me sentí sumamente identificado. Creo que una vez al mes siempre hay alguien a quien dedicárselo. 4 all of u: Sorry, I never meant to cause u trouble.













TROUBLE
By: Coldplay

Oh no, I see

A spiderweb is tangled up with me
And I lost my head
And thought of all the stupid things I'd said

Oh no, what's this?
A spiderweb and I'm caught in the middle
So I turned to run
And thought of all the stupid things I'd done

And I never meant to cause you trouble
And I never never meant to do you wrong
Ah, well if I ever caused you trouble
Oh no, I never meant to do you harm

Oh no, I see
A spiderweb and it's me in the middle
So I twist and turn
But here am I in my little bubble

Singing and I never meant to cause you trouble
And I never meant to do you wrong
Ah, well if I ever caused you trouble
Oh no, I never meant to do you harm

They spun a web for me
They spun a web for me
They spun a web for me

Empiezo mi historia con Blogger

Aún no sé por qué inicié esto. Sí sé por quién fundamentalmente: por mí. Tal vez esto dé lugar a un debate conmigo mismo, que pueda compartir con algunas personas. Después de todo, siempre lo que uno se pregunta alguien ya se lo preguntó antes y me pueda ayudar o yo pueda ayudar a ese alguien, ¿no?

Espero darle bola a esto, no soy de escribir mucho a pesar de que sé que me ayudaría mucho a conocerme mejor. Y ser libre, mi gran pasión. Tal vez logre eso, ¿quién dice?

Salu2 a los eventuales lectores.